Desde la época de los antiguos griegos, el concepto de sobrecarga progresiva ha sido fundamental para el entrenamiento físico. Bryan Mann, profesor clínico asociado de kinesiología en la Universidad A&M de Texas, utiliza la historia de Milón de Crotona para ilustrar este principio atemporal. Milón, un luchador legendario, aumentaba su fuerza día a día al cargar un ternero, que gradualmente crecía hasta convertirse en un buey. Hoy, aunque no cargamos ganado, la técnica de incrementar gradualmente la carga sigue siendo crucial para obtener resultados efectivos en cualquier programa de entrenamiento.
La sobrecarga progresiva es el aumento sistemático del peso, la intensidad, la frecuencia o la velocidad de los ejercicios, esencial para mejorar la salud cardiovascular, la presión arterial, la densidad ósea, y reducir el riesgo de lumbalgia. Como señala Avery Faigenbaum, profesor de ciencias de la salud y el ejercicio en el College of New Jersey, este método es crucial para todos, desde niños hasta adultos mayores, para mejorar su bienestar físico y prevenir lesiones.
Pero, ¿cómo se aplica la sobrecarga progresiva en la práctica? No es necesario levantar pesas extremadamente pesadas para obtener beneficios. Se puede aumentar la dificultad de los ejercicios modificando los movimientos o aumentando la velocidad. Por ejemplo, se puede evolucionar de hacer sentadillas en una silla a realizarlas con una mochila llena de libros, o de realizar lagartijas contra una pared a hacerlas en el suelo para soportar más peso corporal.
Elizabeth Wipff, una entrenadora de fuerza especializada en trabajar con mujeres mayores de 50 años, destaca que incluso sin pesas, es posible fortalecer los músculos. Sin embargo, el uso de pesas o bandas elásticas puede facilitar la medición y el incremento de la carga, a pesar de que estas últimas pueden desgastarse con el tiempo.
Para aquellos que están interesados en incorporar esta técnica en su rutina, Mann sugiere comenzar con un peso que se pueda manejar cómodamente para unas 10 repeticiones, y luego aumentar gradualmente la carga. Es vital ajustar el entrenamiento basándose en cómo uno se siente cada día, permitiendo variaciones según el nivel de energía y estrés.
El artículo concluye con un ejemplo de un ciclo de entrenamiento de 12 semanas, detallando cómo progresar en intensidad y volumen de carga, desde realizar múltiples repeticiones con un peso ligero hasta llegar a series más cortas con cargas significativamente mayores. Este ciclo también recomienda períodos de descanso para permitir la recuperación muscular.
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