Ciudad de México, 7 de marzo de 2024 – El tlacuache, conocido científicamente como Didelphis marsupialis, destaca no solo por ser el único marsupial mexicano sino también por su papel crucial en el mantenimiento del equilibrio ecológico y su presencia en la cultura nacional. Este mamífero omnívoro, que se extiende desde las costas de Guerrero hasta el norte de México, es un símbolo de la riqueza natural y cultural del país.
Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) no considera al tlacuache en peligro de extinción, es esencial prestar especial atención durante su temporada de reproducción, de marzo a junio, cuando es más probable encontrar crías huérfanas. Estas crías tienen pocas posibilidades de sobrevivir sin su madre, lo que hace crucial la intervención humana para su rescate y supervivencia.
Encontrarse con una cría de tlacuache sin su madre puede ser un desafío. Los expertos recomiendan buscar primero a la madre; si no se encuentra, la cría debe ser resguardada y llevada a un veterinario para su cuidado y rehabilitación, asegurando así su supervivencia y reintegración a su hábitat natural.
La importancia de proteger al tlacuache radica no solo en su valor ecológico sino también cultural. Este animal ha habitado el paisaje mexicano desde hace aproximadamente 60 millones de años, evolucionando a lo largo del periodo Terciario de la era Cenozoica. Su nombre, de origen náhuatl, «el pequeño que come fuego», hace referencia a una leyenda mazateca que lo posiciona como el portador del fuego a la humanidad, subrayando su significado profundo en el imaginario nacional.
Además de su valor simbólico, los tlacuaches juegan un rol esencial en el control de plagas e insectos, contribuyendo significativamente al bienestar humano. Su presencia ayuda a mantener un equilibrio en los ecosistemas donde habitan, demostrando que cada especie, sin importar su tamaño o popularidad, tiene un papel vital en la conservación de la biodiversidad.
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