Bajo las aguas cristalinas de México, yacen más de un centenar de barcos sumergidos que ofrecen una ventana al pasado y un vibrante presente submarino. Estas reliquias, que incluyen desde embarcaciones de la Segunda Guerra Mundial hasta antiguos barcos pirata, ahora sirven como arrecifes artificiales y atractivos turísticos para buceadores de todo el mundo.
En la zona hotelera de Cancún, los cañoneros C-55 y C-58, originalmente utilizados para retirar minas marinas y donados por Estados Unidos a México en 1962, fueron hundidos intencionalmente en los años 2000 y 2007 para fomentar la vida marina. El C-58, incluso, fue partido en dos por el huracán Wilma, añadiendo un elemento dramático a su historia submarina.
Más al sur, en Puerto Morelos, el Juan Escutia C-56, otro navío de guerra, ofrece corredores incrustados de coral donde habitan rayas, anguilas y barracudas. Mientras tanto, en Isla Mujeres, el Ultrafreeze, tras sufrir un incendio en los años setenta, fue hundido y ahora es hogar de diversas especies marinas como tiburones, rayas águila y, ocasionalmente, tortugas marinas.
En Cozumel, el Felipe Xicoténcatl se encuentra a 25 metros de profundidad, ofreciendo un espectáculo colorido de esponjas y corales, habitado por una diversa fauna marina. Además, el Cementerio de barcos pirata en Chinchorro promete una aventura histórica, con cañones y anclas visibles entre los restos.
La Isla de los Naufragios en Baja California Sur, conocida oficialmente como Isla Margarita, es otro sitio de importancia, donde se puede explorar el SS Indiana, una embarcación que transportó al general Ulysses S. Grant. Hoy en día, este barco descansa a poca profundidad, permitiendo su exploración incluso sin equipo de buceo avanzado.
Finalmente, en Veracruz, el puerto alberga varios naufragios accesibles como el C-50 Vicente Riva Palacio y el Buque Comodoro Manuel Azueta, cada uno ofreciendo un ecosistema único y un pedazo de historia.
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