Texto y Fotos por Bruno Cortés
El silencio volvió a pesar más que cualquier discurso en la Cámara de Diputados. Esta vez fue el PAN quien decidió levantar la voz sin hablar: colocaron velas encendidas sobre sus curules para recordar a Carlos Mánzo, el político michoacano asesinado, y para exigir lo que en México parece volverse costumbre pedir… justicia.
Nada de pancartas ni discursos interminables. Velas. Símbolo de luto, de memoria y, sobre todo, de esperanza en medio de tanta oscuridad. Con ese gesto, los panistas le dijeron al país y al gobierno: “esto no es un número más en la estadística, es una vida arrebatada por la violencia que seguimos sin frenar”.
Este tipo de acciones en el Pleno no cambian leyes ni atrapan culpables, pero sí lanzan un mensaje directo: la violencia política ya no es cosa de campañas o elecciones, está pasando todo el tiempo, en todos los niveles, y el Estado no la está conteniendo. Y que se haga este reclamo desde el Congreso, el lugar donde se supone que se defiende la democracia, hace el simbolismo todavía más fuerte.
El PAN busca con esto presionar al gobierno federal y a las autoridades de Michoacán para que el caso no termine archivado como tantos otros. Porque si algo indigna, es que en México se asesine a políticos, periodistas o activistas… y casi nunca se sepa quién lo hizo o por qué.
Al encender esas velas, los diputados también encendieron el debate sobre la inseguridad que pega de lleno en la política. Y aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha dicho que no se tolerará la impunidad, los hechos parecen otra historia: los grupos delictivos siguen marcando territorio y el Estado sigue llegando tarde.
Lo de hoy en San Lázaro fue un acto de duelo, sí, pero también de dignidad. Una manera de decir “Carlos Mánzo no se olvida, y no vamos a dejar que su muerte quede impune”.
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