Perú a 10 de abril, 2024.- En un cambio repentino que ha capturado la atención de la comunidad internacional y los sectores turísticos de ambos países, el Gobierno de Perú anunció la revocación de una medida que habría exigido a los mexicanos obtener una visa para ingresar al país. Esta decisión, inicialmente establecida como una respuesta al anuncio de México de requerir visas a ciudadanos peruanos, fue retirada tras consideraciones sobre las posibles repercusiones económicas y las críticas del sector turístico.
La medida, que había sido publicada el fin de semana del 6 de abril, causó inmediatas reacciones entre los actores económicos y turísticos de Perú, quienes advirtieron sobre las consecuencias negativas que la imposición de visados podría tener en una industria ya afectada por la pandemia de COVID-19. México, reconocido como el cuarto mayor emisor de turistas no fronterizos hacia Perú, ha enviado a 10,763 turistas en lo que va del año 2024, mientras que en 2019, la cifra alcanzó a 128,829 visitantes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú emitió un comunicado la mañana del 10 de abril, anunciando la derogación del Decreto Supremo que establecía la visa para los ciudadanos mexicanos. Esta decisión fue tomada en «honra» a los compromisos asumidos en el marco de la Alianza del Pacífico, la cual promueve la libre movilidad de personas entre sus estados miembros, reflejando un espíritu de integración regional y fortalecimiento de lazos de amistad y cooperación con México.
Empresarios y asociaciones del sector turístico, como la Asociación Peruana de Operadores de Turismo Receptivo e Interno (Apotur), habían solicitado al gobierno de Dina Boluarte reconsiderar esta medida debido al impacto económico negativo estimado en aproximadamente 250 millones de dólares en pérdidas que podría sufrir el país.
A pesar de este giro en la política peruana, el Gobierno de México mantiene su decisión de solicitar visa a los turistas peruanos a partir del 20 de abril de 2024, una medida que refleja el principio de reciprocidad pero que, a su vez, plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones bilaterales y la movilidad turística entre ambos países.
Este episodio diplomático destaca la importancia de las decisiones políticas en el flujo turístico y económico internacional, recordando a las naciones la necesidad de ponderar cuidadosamente las implicaciones de sus políticas de visado en un mundo cada vez más interconectado.
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