Italia propondrá ante las Naciones Unidas una tregua mundial de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno de Milano-Cortina 2026. Así lo anunció el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, quien adelantó que su país impulsará un llamado global para suspender los conflictos bélicos durante la celebración olímpica, programada del 6 al 22 de febrero de 2026.
La iniciativa, inspirada en la antigua tradición helénica de detener las guerras durante los Juegos Olímpicos, busca recuperar el sentido original del evento deportivo: promover la convivencia pacífica y garantizar la seguridad de atletas y espectadores. En la Grecia clásica, las ciudades en conflicto acordaban deponer las armas mientras durara la justa, permitiendo a los competidores viajar sin riesgo a la antigua Olimpia.
“Con vistas a los Juegos Olímpicos de Milano-Cortina, presentamos a las Naciones Unidas una propuesta de tregua olímpica para todas las guerras, incluidas las de Ucrania y Oriente Medio”, expresó Tajani, quien subrayó que Italia apoya las iniciativas internacionales que buscan detener la violencia en distintas regiones del mundo.
El ministro italiano hizo referencia también al plan de paz promovido por Estados Unidos para poner fin a la guerra en Gaza, respaldado por el papa León. “Nunca debemos renunciar a la esperanza de paz”, afirmó Tajani, insistiendo en que el deporte puede ser una herramienta de reconciliación entre pueblos enfrentados.
Aunque la idea de una “tregua olímpica” ha sido retomada en diversas ediciones modernas de los Juegos desde 1896, los llamamientos nunca se han traducido en un cese real de hostilidades. Los conflictos en Ucrania, donde la invasión rusa ha provocado cientos de miles de muertes, y en Oriente Medio, con la prolongada guerra entre Israel y Hamás, representan hoy los principales escenarios de violencia que Italia busca silenciar al menos temporalmente bajo el símbolo olímpico.
El desafío diplomático es enorme, pero Roma confía en que el poder simbólico de los Juegos de Milano-Cortina sirva como punto de encuentro entre las naciones. La esperanza es que, aunque sea por unos días, el mundo recuerde que el espíritu olímpico nació para unir, no para dividir.
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