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Explora el misterioso cañón del Arroyo del Cura, la joya escondida cerca de la Ciudad de México

 

En las inmediaciones de la Ciudad de México, a unas pocas horas de distancia, yace un espectáculo natural que desafía la creencia común de que los grandes cañones solo se encuentran en regiones lejanas del norte. El Arroyo del Cura, situado en la frontera entre los estados de Veracruz e Hidalgo, es un tesoro escondido que espera ser descubierto por aventureros y amantes de la naturaleza.

 

Para llegar a este cañón sorprendente, los viajeros deben dirigirse por el lado de Hidalgo, cerca de la localidad de San Nicolás Atecoxco. El Arroyo del Cura se presenta como una maravillosa muestra de lo que el tiempo, el agua y el viento pueden esculpir juntos: formaciones rocosas erosionadas que adornan el interior de una cueva en el camino hacia el cerro del Picudo. Este cerro se encuentra dentro de la Barranca del Metzquititlán, cuyo nombre en náhuatl significa «lugar de la luna», un sitio que además goza de la cercanía con la Reserva de la Biosfera del mismo nombre.

 

El viaje hacia el Arroyo del Cura es una aventura en sí misma. Desde San Nicolás Atecoxco, los visitantes deben emprender una caminata que los llevará a través de senderos naturales hacia la barranca. El camino está salpicado de manantiales, riachuelos y ofrece paisajes impresionantes, culminando en una cueva que sirve como puerta de entrada al arroyo.

 

Es importante señalar que este atractivo se encuentra en propiedad privada, lo que requiere la compañía de un guía que conozca bien los senderos y pueda guiar a los visitantes a través de las rocas y hacia la cueva. A pesar de que el sendero puede presentar desafíos, incluyendo tramos donde es necesario cruzar pequeñas acumulaciones de agua, la experiencia es inigualable. Se recomienda llevar ropa cómoda, calzado adecuado para senderismo y protección solar, ya que se trata de un terreno predominantemente desértico.

 

Al llegar al Arroyo del Cura, se revela un espectáculo natural que cambia de tonalidad con la luz del día, ofreciendo a los visitantes una experiencia visual única. Este sitio no solo es un lugar para la aventura, sino también un espacio que requiere cuidado y respeto por parte de quienes lo visitan.

 

Para aquellos que se aventuran desde Pachuca, el viaje solo tomará dos horas hacia el municipio de San Agustín Metzquititlán, desde donde se encuentra una desviación hacia San Nicolás Atecoxco, marcada por una gasolinera. Un dato curioso y una tradición entre los visitantes es dejar una pequeña roca apilada antes de entrar a la cueva, como un recuerdo de su paso por este lugar mágico.

 

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