Los edulcorantes artificiales, comúnmente promovidos como alternativas “saludables” al azúcar, podrían tener efectos negativos en la salud cerebral a largo plazo. Así lo sugiere un estudio publicado el 3 de septiembre en la revista Neurology, en el que se reporta que las personas que consumen grandes cantidades de estos sustitutos presentan un declive más acelerado en sus capacidades de memoria y pensamiento.
La investigación analizó la salud de casi 12,800 adultos brasileños con una edad promedio de 52 años durante un seguimiento de ocho años. Los participantes completaron cuestionarios alimenticios al inicio del estudio, lo que permitió estimar su ingesta de edulcorantes como aspartamo (NutraSweet, Equal), sacarina (Sweet’N Low), acesulfamo-K, eritritol, xilitol, sorbitol y tagatosa. La sucralosa (Splenda) no fue considerada.
Los resultados mostraron que quienes consumieron mayores cantidades de edulcorantes experimentaron un declive cognitivo un 62% más rápido que quienes ingirieron menos, lo que equivale a alrededor de 1.6 años adicionales de envejecimiento cerebral. Incluso un consumo moderado estuvo asociado con un deterioro 35% más acelerado, equivalente a 1.3 años extra de envejecimiento.
En pruebas de memoria, lenguaje y habilidades de pensamiento, el aspartamo, la sacarina, el acesulfamo-K, el eritritol, el sorbitol y el xilitol se vincularon con una disminución más pronunciada de la cognición general, especialmente en la memoria. Solo la tagatosa no mostró relación con el deterioro.
El estudio encontró además que el efecto fue más evidente en personas menores de 60 años y en quienes viven con diabetes, población que suele recurrir con mayor frecuencia a edulcorantes artificiales como alternativa al azúcar.
La investigadora principal, Claudia Kimie Suemoto, profesora asociada de geriatría en la Universidad de São Paulo, explicó que estos productos “a menudo se ven como opciones saludables, pero nuestros hallazgos sugieren que podrían tener efectos negativos en el cerebro con el paso del tiempo”. Los científicos plantean la hipótesis de que algunos edulcorantes podrían descomponerse en compuestos tóxicos o favorecer procesos inflamatorios en el organismo.
No obstante, al tratarse de un estudio observacional, los investigadores aclararon que no es posible establecer una relación causal directa. Subrayaron la necesidad de realizar más investigaciones y de explorar alternativas naturales al azúcar refinado, como miel, puré de manzana, jarabe de arce o azúcar de coco.
El hallazgo aporta un nuevo ángulo en la discusión sobre el consumo de edulcorantes bajos o sin calorías: aunque ayudan a reducir la ingesta calórica, podrían tener un costo inesperado para la salud cerebral a largo plazo.
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