En un alarmante suceso que subraya la creciente crisis de seguridad en Nigeria, casi 300 niños fueron secuestrados de su escuela en el estado de Kaduna, cerca de la capital de la nación de África Occidental. Este incidente, ocurrido en la localidad de Kuriga, a 89 kilómetros de la ciudad de Kaduna, marca uno de los secuestros escolares más grandes en la última década, desde el infame caso de Chibok en el estado de Borno.
El secuestro de 287 niños, entre ellos al menos 100 menores de 12 años, fue llevado a cabo por hombres armados que rodearon y condujeron a los niños hacia un bosque al inicio del día escolar. Las autoridades escolares reportaron que un hombre fue asesinado al intentar intervenir.
La respuesta de las fuerzas de seguridad, que no llegaron al lugar sino varias horas después del incidente, ha sido fuertemente criticada por la comunidad local y analistas, quienes señalan la falla de los servicios de inteligencia y la lenta reacción como factores que permitieron a los agresores llevarse a los niños sin impedimentos.
Los atacantes, aún sin identificar formalmente, son acusados por los lugareños de ser bandidos responsables de asesinatos en masa y secuestros para pedir rescates, una problemática que ha azotado las regiones central y noroeste de Nigeria durante años.
El gobierno de Nigeria ha intensificado sus esfuerzos en la lucha contra estos grupos, designándolos oficialmente como organizaciones terroristas para facilitar la actuación militar. A pesar de estos esfuerzos, y de que el ejército ha logrado liberar a miles de rehenes en operaciones recientes, los ataques continúan, poniendo en riesgo la seguridad de los jóvenes estudiantes y evidenciando la necesidad de una estrategia más efectiva y una acción decidida por parte del gobierno y la sociedad.
La representante de UNICEF en Nigeria, Cristian Munduate, ha hecho un llamado urgente para el retorno seguro de los niños secuestrados y ha denunciado la preocupante tendencia de ataques a escuelas, destacando la importancia de que estas sean lugares seguros de aprendizaje y no escenarios de miedo y violencia. UNICEF ya está coordinando con las autoridades locales y brindando asistencia a los padres y familias afectadas, ofreciendo servicios de apoyo psicológico durante estos momentos de angustia.
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