El floreciente sector de la cirugía estética en México, estimado en más de 15,000 millones de dólares en los últimos cinco años, se encuentra en el centro de una polémica fiscal. A pesar de su lucrativa naturaleza, una significativa parte de estos ingresos no se refleja en las arcas del Servicio de Administración Tributaria (SAT). Esta situación plantea interrogantes sobre las prácticas fiscales y la regulación del sector.
En la cirugía estética, a diferencia de otros procedimientos médicos, los gastos no son generalmente deducibles, excepto cuando se relacionan con reconstrucciones o correcciones de malformaciones. No obstante, la preocupación surge por un presunto esquema de corrupción y evasión fiscal que parece estar enraizado en el sector. Se alega que un grupo de médicos, en su ambición por monopolizar este lucrativo negocio, ha comprado la voluntad de legisladores y altos funcionarios de instituciones de salud y educación, incluyendo a COEVA, CIFRHS y CONACEM. Estas acciones han resultado en la creación de un monopolio «legal», apoyado por nomenclaturas y certificaciones cuestionables.
Además, la industria parece favorecer las transacciones en efectivo, tanto en dólares como en pesos, limitando así la facturación y facilitando la ocultación de ingresos. Esta preferencia por el efectivo, junto con la renuencia a aceptar pagos con tarjeta, aumenta las posibilidades de evasión fiscal. Otro método empleado por algunos cirujanos es la creación de fundaciones, que podrían estar siendo utilizadas para canalizar ingresos y reducir obligaciones fiscales.
Este panorama fiscal opaco contrasta con las acciones del SAT en otros sectores, donde se han implementado medidas eficaces para fortalecer la recaudación y detectar actividades ilícitas. Sin embargo, parece que la industria de la cirugía estética continúa desafiando estas medidas.
La situación actual exige una respuesta urgente de las autoridades para regular eficazmente este sector y asegurar que contribuya de manera justa a la economía mexicana. La transparencia y la equidad fiscal son fundamentales para mantener la integridad de cualquier industria, y la cirugía estética no debe ser la excepción.
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