Aguascalientes, México.—Lo que inició como una promesa de innovación médica, podría convertirse en una de las más peligrosas decisiones del sistema de salud pública. CREAMEDIC, una empresa derivada de Grupo CIE—mejor conocido por montar conciertos y eventos masivos—quiere construir una clínica de hemodiálisis con estructuras móviles en Aguascalientes, replicando un modelo que usaron en la pandemia para instalar hospitales COVID con contratos directos por más de 1,682 millones de pesos. Pero lo que entonces fue una medida de emergencia, hoy luce como un negocio disfrazado de solución.
Las cifras no mienten. CREAMEDIC presenta un supuesto “ahorro” en costos que en realidad está basado en inflar artificialmente el precio actual de la atención subrogada: 2,806 pesos por sesión, frente a los 1,980 que el IMSS paga realmente. Con ese truco contable, la empresa plantea un ahorro del 7%, cuando en realidad se trata de un sobrecosto del 40%. La trampa es tan burda como peligrosa: se gastará más en una infraestructura que durará menos y pondrá en riesgo la vida de los pacientes.
Y es que estas “clínicas” no son hospitales, ni siquiera consultorios. Son contenedores con paneles metálicos, sin cimientos, diseñados para durar apenas seis años. No cuentan con aval sanitario de COFEPRIS ni del Consejo de Salubridad General. La promesa de montar 94 estaciones de hemodiálisis bajo techo de lámina prefabricada no solo es inédita a nivel mundial: es temeraria. Ni en catástrofes naturales se ha improvisado con esa magnitud.
A lo anterior se suma un problema aún más delicado: el personal. CREAMEDIC espera que el IMSS le proporcione médicos y enfermeros para operar las unidades. Pero formar a una enfermera en hemodiálisis lleva entre 3 y 6 meses. Y eso si ya existe la plaza. Si no, la burocracia institucional puede tardar más en autorizarla que en lo que se monta y desmonta una de estas estructuras.
Las consecuencias están documentadas. Estudios del CDC en Estados Unidos revelan que los pacientes dializados tienen 100 veces más probabilidades de infectarse con Staphylococcus aureus si el personal no sigue protocolos estrictos. La sepsis, la hipotensión y las hemorragias no perdonan errores. El estudio DOPPS, referencia global en nefrología, indica que una mala atención puede elevar la mortalidad anual hasta un 23.3%. Así que sí, los errores pueden costar más que dinero: cuestan vidas.
El modelo que hoy se analiza en Aguascalientes huele a experimento sin ética. No hay justificación técnica, médica ni financiera que lo sustente. Pero hay planes de expansión: Jalisco, Veracruz, Tlaxcala y Michoacán podrían ser los siguientes. La jugada parece clara: contratos plurianuales para una empresa sin experiencia clínica, pero con buenas conexiones políticas.
Lo preocupante no es solo el modelo, sino el contexto. El IMSS no atraviesa su mejor momento y decisiones como esta vulneran su credibilidad. En un país donde el derecho a la salud es letra constitucional pero realidad intermitente, entregar servicios críticos a empresas de entretenimiento recicladas como proveedoras médicas es, por decirlo suavemente, una broma de muy mal gusto.
En definitiva, el caso CREAMEDIC no puede verse como un proyecto aislado. Es un síntoma de algo más profundo: la banalización de la salud pública en favor de negocios privados, sin planeación, sin evidencia, sin ética. Si la vida de los pacientes renales vale menos que una carpa con aire acondicionado, entonces estamos fallando como Estado. Y no habrá estructura móvil que lo soporte.
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