«Si Hugo Sánchez fuera argentino… Estuviera en los más importantes»
MARCOS H. VALERIO
En un rincón de la nostalgia y la reflexión, Raúl Sarmiento, periodista deportivo con 45 años de trayectoria, se sienta con una taza de café y los ojos encendidos por la pasión que el fútbol despierta en él. Su voz, impregnada de nostalgia y admiración, no solo narra partidos, sino que teje una crónica viva de los dioses del balompié mexicano, aquellos que han forjado un legado que trasciende generaciones.
“En mi andar he sido testigo de las hazañas de nuestros futbolistas, y considero que Hugo Sánchez es el mejor que ha dado México, pero los mexicanos no valoramos su trayectoria”, reflexiona Raúl, mientras su mirada se pierde en recuerdos de goles épicos y estadios vibrantes.
Su devoción por el fútbol es clara, y su olimpo personal está encabezado por un nombre indiscutible: Hugo Sánchez. “Lo que logró Hugo en el Real Madrid es inmenso. Un amigo argentino me dijo: ‘Si Hugo hubiera sido argentino, estaría entre nuestros más grandes’. Y tiene razón. Hugo es el número uno”.
Para Raúl, el “Pentapichichi” no es solo el máximo goleador, sino el símbolo de lo que un mexicano puede alcanzar contra viento y marea.
En su panteón futbolístico, el segundo puesto lo ocupa Rafael Márquez, “un grande, un líder” cuya elegancia y jerarquía en el Barcelona marcaron una era. El tercer lugar es para Cuauhtémoc Blanco, el ídolo del pueblo, cuya rebeldía y magia con el balón conquistaron corazones.
“Cuauhtémoc es el alma de la afición, el que jugaba con el corazón en la mano”, asegura Raúl.
Pero su relato no se queda en los nombres más célebres. Con reverencia, evoca a figuras de épocas pasadas, como Luis “el Pirata” Fuente, un mexicano que brilló en Argentina y España en los años cincuenta.
“¿Te imaginas lo que significa eso? Un mexicano destacando en esas tierras en esa época. Es historia pura”.
Y luego está Horacio Casarín, un mito casi sagrado. “No dimensionamos lo que fue Casarín. Cuando le rompieron la pierna, la afición quemó un estadio.
¡Un estadio! Es como si hoy lesionaran a un ídolo como ‘Chicharito’ y el país estallara. Esa pasión no la olvidamos”.
Raúl conecta el pasado con el presente, destacando a Andrés Guardado y Héctor Herrera como titanes modernos.
“Herrera, campeón en España con el Atlético, campeón en Portugal con el Porto, nombrado el mejor de la temporada. Eso no lo hace cualquiera. Y Guardado, con su carrera en Europa, es extraordinario. Los pondría entre los mejores de todos los tiempos”.
También recuerda a Antonio “la Tota” Carbajal, a quien vio en los últimos destellos de su carrera, y a Guillermo “Memo” Ochoa, un guardameta que despierta pasiones y debates.
“Dicen que jugó en equipos menores, pero mantenerse a los 40, generando polémica desde su primer llamado… Eso es grandeza.
Si no fuera por el escándalo del clembuterol, quizás habría llegado al París Saint-Germain. Imagina lo que pudo haber sido”.
Con un suspiro, Raúl reflexiona sobre el peso de estas historias. Para él, el fútbol mexicano no se mide solo en trofeos, sino en las emociones que despierta, en las raíces que fortalecen la identidad de un pueblo.
“El pasado nos da orgullo, pero a veces lo olvidamos”, dice con un dejo de melancolía.
En su voz, Hugo, Márquez, Blanco, Casarín, Fuentes, Guardado, Herrera y Ochoa no son solo jugadores: Son leyendas que laten en el corazón de México, un testimonio vivo de grandeza que Raúl Sarmiento, con 45 años de pasión, se empeña en mantener vivo.
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