En Tulum uno de los destinos más codiciados del Caribe mexicano— algo anda mal. Este 2025, la ocupación hotelera cayó alrededor de un 17 % respecto al mismo periodo del año pasado. Las calles, restaurantes y playas muestran un panorama diferente al que muchos esperan: silencio, espacios vacíos y una comunidad turística que siente que perdió su brillo.
La Secretaria de Turismo de Quintana Roo reporta que en 2024 la ocupación promedio fue de 74 %. En septiembre de ese año, durante temporada “baja”, se logró un 66.7 %; pero del 27 de septiembre al 3 de octubre de 2025, la cifra cayó a apenas 49.2 %, según datos del ayuntamiento local. Una merma notable en un destino que suele recuperarse rápido cuando pasa la temporada pesada.
Varios factores convergen en esta crisis: el arribo masivo de sargazo, tarifas muy elevadas, denuncias de abusos por parte de transportistas, la percepción de inseguridad tras hechos violentos locales, y restricciones para el acceso a las 8.5 kilómetros de playa que hacen de Tulum un paraíso.
El municipio fue claro: la temporada baja no es nueva en el turismo, pero lo que se vive ahora es atípico. Desde la dirección de Promoción Turística, Haydee Hernández afirmó que la llegada inusual de sargazo golpeó el atractivo principal del destino —las playas— pese a los esfuerzos por recolectarlo.
Pero el conflicto no termina ahí: desde septiembre de 2024, las playas que pertenecen al Parque Nacional Tulum quedaron bajo la administración de Mundo Maya, una empresa ligada a la Sedena. Se han reportado bloqueos para ingresar, cobros incluso a residentes, y disputas legales y sociales sobre este control.
Los precios para entrar al parque fluctúan entre 415.37 pesos para extranjeros, 255 para nacionales y 105 pesos para residentes de Quintana Roo. A ello se suma el acceso a la zona arqueológica —con pago aparte—, lo que convierte una visita en un ejercicio de logística financiera.
En respuesta, el presidente municipal Diego Castañón anunció que 25 hoteles y restaurantes permitirán “libre paso” a las playas, con la condición de que no lleves alimentos, bebidas ni sombrillas —todo debe consumirse en el lugar. Críticas no se hicieron esperar: muchos consideraron que dicho acuerdo favorece a los empresarios y castiga al visitante o residente de menor poder adquisitivo.
La tensión escaló cuando el Congreso aprobó una reforma para garantizar acceso gratuito a playas y áreas naturales protegidas al menos una vez a la semana. La iniciativa, respaldada por Morena, propone eliminar cobros excesivos y condiciones abusivas que limiten la entrada al litoral.
Mientras eso sucede, Tulum espera una recuperación definitiva hacia fin de año. Los locales, empresarios y visitantes observan si esos cambios se traducen en un turismo más justo, sustentable y sin barreras para disfrutar lo que por derecho pertenece a todos: el mar.
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