El presidente de Estados Unidos dio un paso audaz: aseguró que las operaciones militares que su gobierno impulsa contra el narcotráfico alrededor de Venezuela no se limitan solo al mar, sino que “van mucho más allá” de una campaña de presión. En una conferencia reciente desde el Despacho Oval, Trump dijo que pronto podrían extenderse a acciones en tierra.
Desde septiembre de 2025, las fuerzas armadas de Estados Unidos han llevado a cabo una intensa campaña en el Caribe y el Pacífico oriental bajo la operación bautizada Operation Southern Spear. En total, ya suman más de 21 ataques a embarcaciones sospechosas de narcotráfico. Las autoridades estadounidenses reportan aproximadamente 83 muertos en estos ataques, según sus cifras oficiales.
La Casa Blanca acusa a redes criminales vinculadas al narcotráfico —como Tren de Aragua o varios grupos del llamado Cartel de los Soles— de usar rutas marítimas para enviar drogas a Estados Unidos. Por eso, según Trump, no descartan “desmantelar esos botes… y muy pronto hacerlo también en tierra”.
Hasta ahora, los ataques han sido en aguas internacionales. El primer ataque conocido fue el 2 de septiembre de 2025, cuando una narcolancha fue destruida cerca de Venezuela; 11 personas murieron en ese golpe, según Trump. En los meses siguientes hubo múltiples operaciones: en el Pacífico oriental, el Caribe, con decenas de embarcaciones atacadas, y presunta vinculación de los traficantes a lo que Washington define como “terrorismo”.
La expansión del plan para atacar en tierra preocupa a varios en Washington. De hecho, un grupo bipartidista de senadores ya presentó una resolución para bloquear cualquier ataque contra Venezuela sin autorización expresa del Congreso, advirtiendo que la administración no tiene actualmente justificación legal clara para una invasión o incursión terrestre.
Por su parte, gobiernos de la región —especialmente el de Nicolás Maduro en Venezuela— han condenado estas operaciones como una agresión a la soberanía y advierten que podrían responder con fuerza.
Con esto, lo que parecía una campaña contra narcolanchas se convierte en una escalada militar que podría reconfigurar las relaciones entre Estados Unidos, Venezuela y otros países de la región. La pregunta que queda en el aire: si las operaciones desembarcan en tierra firme, ¿estaremos ante una intervención abierta o ante la continuación de la “guerra contra las drogas” bajo una nueva fase?















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