Gastronomía mexicana impulsa turismo cultural y economía en 2025

La gastronomía mexicana reafirma en 2025 su papel como uno de los pilares del turismo nacional y motor económico del país. De acuerdo con la Secretaría de Turismo (SECTUR) y el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), la cocina tradicional mexicana representa uno de los principales motivos de viaje para un cuarto de los turistas internacionales que visitan México, generando más de 281 mil millones de pesos en derrama económica.

Reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2010, la gastronomía mexicana combina técnicas ancestrales, ingredientes locales y creatividad contemporánea. Este patrimonio culinario se ha adaptado a las tendencias globales de sostenibilidad, turismo experiencial y personalización, lo que posiciona al país como un destino gastronómico integral.

En Yucatán, platillos como los panuchos, la cochinita pibil y el queso relleno se han convertido en emblemas de identidad y promoción internacional. Las “mole masterclass” y los recorridos de cocina tradicional son hoy una de las experiencias más buscadas por los visitantes, acumulando millones de visualizaciones en redes sociales. Este fenómeno digital ha sido clave para el posicionamiento de la gastronomía regional en los principales mercados turísticos del mundo.

Oaxaca se mantiene como referente del turismo gastronómico nacional. Sus mercados, como el 20 de Noviembre y La Merced, ofrecen rutas sensoriales donde los visitantes pueden conocer el origen prehispánico de ingredientes como el maíz, el cacao y los chapulines. En los últimos años, chefs locales y cooperativas comunitarias han desarrollado experiencias de turismo culinario que incluyen talleres de elaboración de pan dulce, mezcal artesanal y platillos tradicionales.

En el centro del país, la Ciudad de México y Puebla concentran gran parte de la oferta gastronómica de alta gama. Los chiles en nogada, el mole poblano y los tacos al pastor encabezan las preferencias, mientras eventos culturales como el Día de Muertos integran la cocina mexicana en experiencias artísticas y turísticas. Las cenas pop-up en las chinampas de Xochimilco o el Canal de la Viga recuperan tradiciones del siglo XIX y se consolidan como atractivos de turismo cultural contemporáneo.

Jalisco, por su parte, impulsa el enoturismo y las rutas del tequila como parte del turismo rural. Las catas guiadas y los recorridos por haciendas agaveras combinan historia, producción artesanal y prácticas sostenibles, fortaleciendo el reconocimiento internacional de las denominaciones de origen mexicanas.

En Guerrero, la promoción de dulces típicos como las palanquetas y el rescate de recetas tradicionales en ferias gastronómicas regionales contribuyen a preservar la herencia culinaria local. Estas iniciativas también generan ingresos para mujeres productoras y pequeños comercios, fortaleciendo el tejido económico de comunidades rurales.

Pese a los retos presupuestales y la austeridad en algunas dependencias turísticas, la industria gastronómica ha mantenido su crecimiento gracias al sector privado y a la innovación digital. Plataformas especializadas y creadores de contenido han permitido diversificar la oferta y conectar a consumidores internacionales con la cocina mexicana mediante experiencias virtuales y programas de intercambio culinario.

La gastronomía mexicana se consolida así como una de las principales herramientas de diplomacia cultural y desarrollo sostenible. Más que un atractivo turístico, representa una expresión viva de identidad nacional, donde cada platillo narra una historia y cada ingrediente conecta a las comunidades con el mundo.

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