CIBERSEGURIDAD POLÍTICA
POR: RAUL FRAGA JUÁREZ
La crisis múltiple que enfrentan los Medios de Comunicación en México
24 noviembre 2025
Hoy día, con el telón de fondo de la consolidación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el apuntalamiento de las Sociedades de la Información, los medios noticiosos en México atraviesan por una severa crisis múltiple, que, cuando menos, se visibiliza, de manera desafiante, en los siguientes ángulos:
1) Crisis de definición editorial:
A diferencia de la época de oro de los llamados medios tradicionales, cuando ajustados, en su gran mayoría, a los designios impuestos por el gobierno sexenal en turno, la prensa, la radio y la televisión marcaban las pautas temáticas que imponían la agenda de la conversación colectiva y las corrientes de opinión pública.
En los nuevos tiempos, ahora en pleno reinado de la comunicación digital, cuando suman 110 millones de mexicanos que son usuarios de internet (datos del 17 de mayo de 2025, Día Internacional de las Telecomunicaciones), cotidianamente se exhibe cómo cambiaron de raíz las reglas del juego de la otrora clásica relación entre el poder político (afianzada entonces en la casi inevitable influencia presidencial para determinar la línea editorial de buen número de medios de comunicación, aunque hubo interesantes, pero mínimas, expresiones independientes de la prensa marginal), el poder mediático (cuando la mayoría de los medios operaban como “locutores del poder político”) y el poder de la sociedad (que se ganó a pulso el derecho a coparticipar en calidad de activo político-mediático, hasta lograr que diversos espacios informativos y de opinión comenzaran a operar como interlocutores entre el poder político y el poder social.
2) Crisis de credibilidad:
El prolongado imperio que vivieron los medios de comunicación tradicionales, y los cuantiosos beneficios, de toda índole, que le generó a sus dueños, y -en los diversos géneros periodísticos- a los entonces influyentes hacedores de corrientes de opinión masiva, se trastocó drásticamente con los avances tecnológico-digitales que, paulatinamente, pavimentaron el camino para la llegada y consolidación de la Sociedad de la Información, enmarcada en profundos cambios y contrastes en los usos y costumbres de la sociedad mexicana y la cohabitación de sus diversas generaciones, desde la Generación Grandiosa, formada por quienes nacieron entre 1901 y 1927, hasta la Generación Alfa, integrada por los nacidos entre 2013 y 2024 (caso especial es la Generación Beta, constituida por quienes están naciendo en este año 2025, y cuya característica clave es su emparentamiento con la Inteligencia Artificial (IA)); Generación Alfa, integrada por los nacidos entre 2013 y 2024. Las otras son la Generación Silenciosa, 1928-1945; Baby Boomers (1946-1964; Generación X: 1965-1980; Millennials o Generación Y: 1981-1996, y la Generación Z: 1997-2012.
Los innovadores rasgos demográficos y perfiles socioculturales que fueron adquiriendo los diversos segmentos de la sociedad mexicana movieron los pesos y contrapesos y propiciaron nuevas formas sociales de relacionarse con el acontecer informativo. Luego de alcanzar su cúspide, los líderes de opinión del siglo XX mexicano se desdibujaron y perdieron sus altos niveles de penetración e influencia que les permitía fijar temas, marcar pautas e imponer percepciones colectivas.
La sociedad mexicana maduró política y cívicamente; integrantes de varios sectores – en particular del llamado “círculo rojo”- dejaron de ser de ser meros consumidores de contenidos informativos y resolvieron ir más allá del mero papel de espectadores frente a sucesos de alto interés; por tanto, decidieron bajarse de las gradas y recolocarse en la mismísima arena pública, donde se entrecruzan opiniones y deliberaciones en torno de los puntos clave de la agenda nacional.
Ahora, impulsados por un rasgo de madurez política cada vez más acentuado, y a diferencia de lo que sucedía antes (durante el largo periodo en que la mayoría de los mexicanos eran meros lectores de periódicos, receptores/consumidores pasivos de contenidos radiofónicos y, además, televidentes cautivos que asimilaban, en automático, lo que le recetaba el “imperio de la pantalla chica”), optaron por asumir un rol activo e interactivo exigiendo coparticipar en la discusión y deliberación de los asuntos públicos, con lo que diversos segmentos sociales han adquirido capacidad crítica para fijar postura y hacerse ver y dejarse sentir en las palestras político-mediáticas del complejo abanico de problemas que impacta a México.
3) Crisis financiera:
Por mucho tiempo, las relaciones políticas con los gobiernos en turno fueron significativas fuentes de ingresos económicos para los medios de comunicación. Incluso, a partir de la segunda mitad del siglo XX, bajo el amparo presidencial, se establecieron jugosos contratos publicitarios con sello oficial que, prodigaron cuantiosos recursos financieros que parecían inagotables, siempre y cuando se ajustaran a los lineamientos ordenados por la élite política-gubernamental. No obstante, el paulatino desdibujamiento del PRI y el debilitamiento de la narrativa oficialista, que por décadas lo refirió como el “partido prácticamente único”, evidenciaron una creciente nueva interrelación de fuerzas en las entrañas del sistema político mexicano y su régimen de partidos.
Además, a partir de la década de 1940 se acentuó un proceso de cambio en el perfil demográfico de México, que había sido mayoritariamente rural, y que llevó a que, para 1960, los datos demográficos mostraran que nuestra Nación comenzaba a ser mayoritariamente urbana.
Luego de que en el año 2000 el otrora “invencible” PRI perdió la Presidencia de la República a manos del PAN, se aceleró la redefinición de los criterios en la nebulosa relación financiera entre el poder palaciego y el poder mediático.
Al pasó de los sexenios, ya en el nuevo milenio, y en particular en tiempos recientes, se reorientarían los jugosos presupuestos gubernamentales hacia medios digitales. En el tránsito entre los siglos XX y XXI, las grandes transformaciones integrales que experimentó nuestro país en los planos de la economía, la política, la sociedad, la cultura y el campo académico-científico, generaron la tierra fértil para la inclusión del nuevo tecno-paradigma digital que cambiaría de fondo el mundo de la comunicación, sus códigos y lenguajes, delineando innovadoras fórmulas de inversión en la interlocución política, vía su cada vez mayor peso en la comunicación estratégica electoral.
4) Crisis tecnológica:
El 8 de junio de 1958 llegó la primera computadora a México (una IBM-650) adquirida por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), marcando así el arranque de la era informática en nuestro país y en América Latina, con lo que se nutría un lento, pero incesante, proceso de modernización en todos los campos de la vida pública, comunitaria, familiar e individual.
A pesar de que las invenciones tecnológico-computacionales tuvieron un sello tardío en el México de la segunda parte del siglo XX, y de que el incremento del número de cibernautas en México (en el año 2000 eran 1.2 millones) también exhibió un escaso ritmo de crecimiento en el siglo pasado, con la entrada del nuevo milenio, ya bajo las nuevas reglas del juego de la globalización, se catapultó un marcado crecimiento de la industria tecnológico digital, provocando otro tipo de desafíos, hasta entonces desconocidos para los dueños de los medios de comunicación: tener que invertir cada vez más recursos económicos para poder entrar a un campo competitivo en la lucha por ganarse la atención de públicos, de perfiles emergentes, de nuevas audiencias emparentadas ya con los nativos digitales.
Ante las dimensiones y retos que implicaba la nueva realidad para la industria informativa, y ante la necesidad ineludible de emprender nuevas inversiones, tuvieron que explorarse distintas fórmulas de alianzas estratégicas, asociaciones y fusiones entre los dueños y tomadores de decisiones de diversos medios de comunicación.
Sin embargo, el acelerado avance de las tecnologías digitales, si bien permite marcar la punta de lanza y redefinir estrategias y planes de negocios en esta boyante industria, también implica destinar cuantiosos presupuestos para la actualización tecnológica que garantice grados adecuados de competitividad en un campo profesional cada vez más complejo.
Lo que un medio de comunicación invierte en el mes de enero para estar al día en cuanto a las innovaciones tecnológicas, en junio del mismo año perderá tal sello de modernidad, y en diciembre estará en riesgo de caer en la obsolescencia en caso de no seguir invirtiendo en la pujante, pero costosa, vanguardia tecnológica digital.
En nuestros días, lo que no transita por las redes sociodigitales, no alcanza los impactos masivos requeridos para monetizar. Por tanto, es impostergable repensar y rediseñar las agendas de innovación comunicacional para avanzar en un mundo donde las inéditas reglas de la influencia periodística de antaño ya no son aplicables para los nativos digitales y generaciones que les siguen y seguirán.
5) Crisis de seguridad:
Por si algo faltara a la muy crítica problemática que enfrenta el gremio periodístico, hoy día, en el agudizado y convulso fenómeno de violencia delictiva que impacta al orbe, los medios de comunicación y los periodistas siguen siendo colocados en la mirada de ataque de organizaciones criminales que, en no pocos casos, actúan de la mano de integrantes y operadores de grupos de poder gubernamental.
La agudización de la violencia criminal se externa en la creciente arremetida y ataques en contra de empresas de comunicación y, de manera cada vez más recurrente, hacia los profesionales de los diferentes géneros periodísticos, en particular, reporteros y columnistas, de medios informativos de diversas regiones de la geografía mexicana.
De acuerdo a instancias defensoras de periodistas, México se encuentra en un desprestigiante sitio como uno de los países que, sin enfrentar un conflicto armado interno, es un territorio letal y de muy alto riesgo para el desempeño de labores informativas. En lo que va del año 2025 suman 10 los periodistas asesinados en nuestro país.
En resumen, están ya aquí los tiempos para reinventarse y mostrar en los proyectos, en los dichos y en los hechos, las capacidades gremiales mediáticas para recolocarse en de nuevo en lugar destacado de la nueva hoja de ruta que habrá que recorrer.














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