Europa, el gigante económico que ya no puede sostener solo la defensa de Ucrania

Durante décadas, Europa fue la economía más grande del mundo. Antes de la crisis financiera de 2008, la Unión Europea superaba incluso a Estados Unidos en tamaño económico y concentraba una parte fundamental del comercio global. Sin embargo, esa posición dominante se ha erosionado de manera acelerada, dejando al continente sin la capacidad estratégica necesaria para frenar por sí mismo la invasión rusa a Ucrania.

Tras el 2008, la economía estadounidense comenzó a expandirse de forma constante, mientras que Europa entró en una fase de estancamiento prolongado. Para 2025, la UE representa apenas el 65% del tamaño económico de Estados Unidos, una caída que refleja no solo un rezago de crecimiento, sino también una pérdida significativa de poder geopolítico.

Esta nueva realidad se evidencia en el terreno militar. Aunque los países europeos gastan grandes cantidades en defensa, su capacidad de producción militar es inferior a la de Rusia. Ajustada por paridad de poder adquisitivo (PPP), Rusia fabrica más armamento, munición y equipamiento que la totalidad de la Unión Europea, lo que permite sostener un conflicto prolongado con ventajas industriales claras.

A pesar de ello, Europa se ha convertido en el principal financista de la defensa ucraniana. Entre aportes bilaterales e institucionales, la región ha enviado más de 750 mil millones de euros a Kiev, casi el doble que Estados Unidos. Pero ese flujo económico no es suficiente para compensar la dependencia europea del poderío tecnológico, satelital y militar estadounidense.

Sistemas como los misiles Patriot, los aviones F-16, la inteligencia satelital y diversas armas de precisión siguen siendo insustituibles. Europa no puede proporcionar estos recursos a la escala y velocidad necesarios para contener a Rusia sin el apoyo directo de Washington. Es por ello que la estructura de defensa ucraniana, y por extensión la seguridad europea, continúa anclada a la influencia militar de Estados Unidos.

Aunque Europa ha comenzado a aumentar de forma acelerada su gasto militar tras la invasión, aún enfrenta el peso de años de desinversión, burocracia y dependencia energética que limitaron su poder estratégico. El continente, que alguna vez lideró la economía global, ahora lucha por adaptarse a un escenario en el que su fuerza económica no se traduce automáticamente en fuerza militar.

La pregunta ya no es si Europa puede defender a Ucrania sola —porque la respuesta es no—, sino si puede reconstruir la capacidad de hacerlo en el futuro.

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