El neurobiólogo español Rafael Yuste afirmó que el desarrollo de tecnologías para medir y modificar la actividad cerebral debe estar acompañado por neuroderechos que garanticen la protección ética y social de las personas. El investigador participó en la conferencia “La neurotecnología: implicaciones para la ciencia, medicina y sociedad”, realizada en el Palacio de Minería de la UNAM tras recibir el grado de doctor honoris causa.
Yuste explicó que el contenido del cerebro humano no puede ser descifrado sin consentimiento y subrayó la necesidad de salvaguardar la identidad personal, el libre albedrío, la privacidad mental y el acceso equitativo a intervenciones neurológicas.
Antecedentes y desarrollo científico
El especialista recordó que una reunión internacional de expertos identificó cinco áreas de riesgo ético asociadas al uso de neurotecnologías, lo que llevó a proponer un marco de garantías inalienables. Enfatizó que estos mecanismos deben prevenir discriminación y proteger la información implantada o registrada mediante dispositivos cerebrales.
El científico detalló que los avances actuales permiten usar métodos electrónicos, magnéticos y eléctricos para registrar o estimular la actividad neuronal, como electroencefalogramas, escáneres magnéticos y sistemas de estimulación cerebral profunda.
Voces y fundamentos científicos
Durante su participación, Yuste expuso que el entendimiento del sistema cerebral continúa siendo limitado, ya que históricamente se han estudiado neuronas de forma individual. Comparó este enfoque con “intentar interpretar una película observando solo un píxel entre 86 mil posibles”, lo que impide comprender la actividad global del cerebro.
Agregó que la neurotecnología podría modificar este panorama al permitir observar y alterar de manera integral las conexiones neuronales, con el fin de atender padecimientos neurológicos y psiquiátricos. Afirmó que esta visión impulsa el proyecto BRAIN, iniciativa lanzada en 2013 en Estados Unidos y en la cual colaboran más de 500 laboratorios de varios países.
El investigador señaló que el cerebro contiene aproximadamente 86 mil millones de neuronas y un trillón de conexiones, una complejidad que convierte a este órgano en un referente para el desarrollo de nuevas tecnologías y en un motor potencial de crecimiento económico.
Impacto y perspectivas
Yuste destacó que el conocimiento sobre las bases neuronales continuará avanzando a nivel internacional y podría permitir, en el futuro, explicar científicamente procesos como la memoria, el pensamiento o la toma de decisiones. Consideró que estos hallazgos tendrán implicaciones directas en el campo médico y en la industria tecnológica.
El neurocientífico reiteró que el fortalecimiento de los neuroderechos será clave para garantizar que los avances en neurotecnología se utilicen de manera responsable y con pleno respeto a la autonomía de las personas.















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