El turismo fronterizo en México experimenta en 2025 un auge sin precedentes, impulsado por los diferenciales de precios entre Estados Unidos y México, así como por el fortalecimiento del peso frente al dólar. De acuerdo con la Secretaría de Turismo, las compras transfronterizas generaron más de 1,200 millones de dólares en divisas durante el primer semestre del año, consolidando este nicho como uno de los motores más dinámicos del sector.
Ciudades como Tijuana, Mexicali, Nuevo Laredo y Ciudad Juárez se han convertido en puntos clave para el intercambio comercial y cultural entre ambos países. La tendencia responde, en parte, al incremento de los precios de alimentos y servicios en Estados Unidos, lo que motiva a residentes fronterizos a cruzar hacia México en busca de productos más económicos, gastronomía local y atención médica a bajo costo.
El fenómeno ha adquirido un nuevo matiz tras la pandemia. Mientras los turistas estadounidenses llegan a México para aprovechar la paridad cambiaria y la diversidad cultural, un número creciente de mexicanos que viven en el extranjero visita sus ciudades de origen para consumir productos nacionales y reencontrarse con su identidad. Este flujo bidireccional fortalece la economía de pequeñas y medianas empresas que abastecen mercados locales, ferias y corredores artesanales.
En Tijuana, el auge del turismo de compras ha revitalizado los mercados tradicionales y los centros gastronómicos urbanos. Visitantes provenientes de California abarrotan zonas como la Avenida Revolución y los mercados de artesanías, donde la oferta combina textiles, joyería, cerámica y comida callejera. La mezcla de turismo cultural y comercial ha posicionado a la ciudad como un “shopper’s paradise” en redes sociales, con millones de visualizaciones de videos que destacan experiencias de bajo costo y alto valor cultural.
En el norte de Tamaulipas, Nuevo Laredo vive un repunte similar. La afluencia de turistas estadounidenses ha incrementado un 7% durante 2025, según datos de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles. Los visitantes cruzan para realizar compras, consumir en restaurantes y participar en ferias locales, impulsando la economía regional y generando empleos temporales en los sectores de servicios y transporte.
Monterrey también se ha sumado al fenómeno. Aunque no es ciudad fronteriza directa, su cercanía con Texas y su infraestructura comercial la convierten en un polo de atracción para el turismo de consumo. Los outlets y ferias artesanales ofrecen productos nacionales con enfoque de exportación, mientras influencers promueven hauls de artículos locales, desde rebozos tenancingueños hasta calzado artesanal, potenciando la visibilidad de los productores mexicanos en redes internacionales.
El crecimiento del turismo fronterizo se acompaña de desafíos. Las alertas de seguridad emitidas por algunos gobiernos extranjeros han generado cautela entre los visitantes, particularmente en estados como Nuevo León o Tamaulipas. Sin embargo, autoridades locales han reforzado los operativos de vigilancia y los programas de turismo seguro, con el objetivo de mantener la confianza del viajero y garantizar la continuidad de esta actividad económica.
De acuerdo con proyecciones de la Organización Mundial del Turismo (OMT), México podría posicionarse para 2030 como el quinto destino más visitado del mundo, en parte gracias al fortalecimiento del turismo de proximidad y al desarrollo de microempresas digitales que facilitan las transacciones y la promoción en línea.
El turismo fronterizo, antes considerado una actividad secundaria, se ha convertido en un símbolo de resiliencia económica y cultural. Las fronteras, más que divisiones, actúan como puentes donde convergen el comercio, la gastronomía y la identidad compartida de dos naciones unidas por el intercambio cotidiano.
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