Por Bruno Cortés
Kenia López Rabadán, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, recibió a representantes de medios en el Palacio Legislativo de San Lázaro. En un encuentro marcado por cercanía y apertura, la legisladora compartió su visión sobre el papel de la prensa, la responsabilidad de la política y los retos de encabezar una institución compleja.
La conversación fluyó como si se tratara de un diálogo íntimo, en el que la diputada respondió con claridad sobre los temas de coyuntura y también dejó ver aspectos personales que la han marcado en su trayectoria política.
—¿Qué significa para usted estar hoy al frente de la Mesa Directiva?
—Es una gran responsabilidad. La Cámara de Diputados es una institución enorme y poderosa, pero también con inercias que debemos cambiar. Ser presidenta de la Mesa me obliga a buscar que ese poder se traduzca en mejores condiciones para el país.
—¿Cuál diría que es el mayor reto inmediato?
—Mover esas inercias. Lo más difícil es que lo grande y lo poderoso a veces son lentos para transformarse, pero creo que estamos obligados a intentarlo.
—Usted habló de los medios como un puente con la ciudadanía. ¿Qué lugar ocupan en su visión política?
—Para mí los medios son fundamentales. Desde joven entendí que, gracias a ustedes, la gente sabe lo que hacemos. Mi madre me veía a través de una nota o una entrevista. Por eso respeto y reconozco el trabajo de la prensa: son el vínculo directo con la sociedad.
—¿Cómo garantizar transparencia real más allá del discurso?
—Con hechos, no con palabras. Hay que abrir espacios, dar información, rendir cuentas sin excusas. Yo quiero que los periodistas encuentren en esta Mesa Directiva una aliada.
—La confianza en los legisladores suele ser baja. ¿Cómo recuperar prestigio?
—Con hechos también. La política necesita rostros decentes, trabajadores y honestos. Nosotros debemos ser mejores y los medios ayudan a que la ciudadanía lo sepa. Si damos ejemplos positivos, podemos cambiar esa percepción.
—¿Qué acciones concretas tomará para que se note ese cambio?
—Trabajo serio, orden, institucionalidad. Si la Cámara proyecta respeto, la sociedad lo va a notar.
—Ha dicho que llegó a San Lázaro hace 28 años como pasante. ¿Cómo marcó esa experiencia su manera de ver la política?
—Me enseñó que aquí se sufre, se aprende y también se es feliz. Pasé por muchos cargos, desde lo más básico, y entendí que la Cámara puede ser extraordinaria, pero hay que mejorarla entre todos.
—¿Qué enseñanza de aquellos años sigue aplicando hoy?
—Que nadie está por encima del trabajo duro. Lo que se logra aquí es con disciplina y constancia.
—¿Cómo planea trabajar con todas las fuerzas políticas en un Congreso tan polarizado?
—Con institucionalidad y pluralidad. La Mesa Directiva no es para una sola bancada, es para todos. Yo creo en el diálogo, en escuchar y en construir acuerdos, aunque pensemos distinto.
—¿Hay algún tema en el que buscará tender puentes de inmediato?
—Sí, en lo que nos une: la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto al trabajo legislativo.
—Usted mencionó la paridad en la fuente periodística. ¿Qué papel debe jugar la igualdad de género en el Congreso?
—Es central. La paridad no es solo un número, es un cambio cultural. Hoy tenemos casi la mitad de mujeres en la fuente y en la Cámara. Eso transforma la manera de legislar y de entender el servicio público.
—¿Qué falta para que esa paridad se traduzca en igualdad plena?
—Que no se quede en cifras. Necesitamos condiciones reales: más espacios de liderazgo, respeto efectivo y oportunidades iguales.
—¿Cómo imagina la relación entre la Mesa Directiva y los medios durante su gestión?
—Abierta. El micrófono estará disponible todo el año, no solo para legisladores, también para periodistas. Quiero que sientan que pueden acercarse, que sus condiciones de trabajo sean dignas y que juntos construyamos una mejor comunicación.
—¿Habrá medidas específicas para facilitar ese trabajo?
—Sí, desde lo básico, como mejorar los espacios físicos, hasta abrir más canales de comunicación institucional.
—La Cámara es también un espacio laboral intenso. ¿Cómo concilia usted vida personal y política?
—No es fácil. Pasamos más horas aquí que con nuestras familias. Pero creo que cuando uno ama su país, vale la pena. Intento equilibrar, aunque siempre es un reto.
—¿Qué hace en lo personal para mantener ese equilibrio?
—Procuro no perder lo esencial: el contacto con mi familia, mis afectos, y recordarme que fuera de aquí también hay vida.
—¿Qué mensaje le daría a quienes ven al Congreso con escepticismo?
—Que la política puede ser honorable. Sé que no siempre damos la mejor imagen, pero mi compromiso es que este año tengamos escenas positivas, de trabajo serio y responsable.
—¿Qué espera que se recuerde de su presidencia en la Mesa Directiva?
—Que se trabajó con respeto y dignidad, y que se devolvió un poco de confianza a la política.
Al final de la conversación, la legisladora dejó una reflexión que sintetiza su visión del servicio público: “Yo creo que la política necesita rostros prestigiados y honorables. Si quienes estamos aquí damos lo mejor de nuestro tiempo, de nuestras capacidades y de nuestro amor por México, entonces valdrá la pena cada hora en esta Cámara. Ese es el reto y la oportunidad que tenemos”.
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