Por Juan Pablo Ojeda
Eduardo Manzano, una de las figuras más queridas y sólidas de la comedia mexicana, murió a los 87 años, dejando un vacío que trasciende la pantalla. La noticia fue confirmada por su hijo, Lalo Manzano, quien dedicó un mensaje profundamente emotivo para despedir a su padre, un artista que marcó a varias generaciones con humor, ingenio y una calidez humana difícil de igualar.
En su despedida, Lalo escribió que “el escenario de la vida ha bajado el telón”, recordando que detrás de cada risa que provocaba su padre había un trabajador incansable y un hombre con un corazón tan grande como su talento. Acompañó sus palabras con una fotografía familiar tomada un día antes, un abrazo que hoy adquiere un significado especial. “Esta imagen dice más que mil palabras. Te amo papito hermoso”, escribió.
Una vida entre risas y resiliencia
La trayectoria de Manzano no fue solo una sucesión de éxitos. En 2025 había sido hospitalizado debido a una infección biliar recurrente que arrastraba desde 2021. En aquel momento, su esposa, Susana Parra, salió a desmentir rumores sobre su estado, asegurando que él mantenía el apetito y, sobre todo, la risa, esa que lo acompañó hasta el final.
Pero su historia había tenido otros momentos difíciles. En 1998, el comediante fue herido de bala mientras intentaba detener un asalto en un restaurante de la capital. Aun así, logró recuperarse por completo y siguió trabajando, fiel a su pasión por el escenario.
El impacto de Los Polivoces
Nacido en 1937, Eduardo Manzano alcanzó fama internacional gracias al dúo Los Polivoces, que formó junto a Enrique Cuenca. Entre los años sesenta y setenta, sus personajes se convirtieron en parte de la cultura popular: desde Agallón Mafafas hasta Gordolfo Gelatino, pasando por Don Teofilito y el irreverente “Wash and Wear”. Su humor blanco, sus imitaciones y su lectura crítica de la sociedad mexicana marcaron época y dejaron huella en toda Latinoamérica.
Tras la separación del dúo, Manzano demostró su versatilidad con El Show de Eduardo II, un programa que sostuvo por varios años y en el que reafirmó su capacidad de reinventarse.
Un creador que trascendió generaciones
Además de televisión, incursionó en cine, destacando su participación en 1970 en ¡Ahí madre!, proyecto en el que colaboró con otro ícono de la comedia nacional: Roberto Gómez Bolaños.
En su vida personal, compartió familia con Lourdes Martínez, integrante del trío Los Impala, con quien tuvo tres hijos. Dos de ellos, Ariel y Eduardo, siguieron el camino del humor, retomando ocasionalmente personajes clásicos de su padre, una muestra más del impacto generacional que construyó.
El regreso a la pantalla moderna
Si bien su época dorada se vivió en el siglo XX, Eduardo Manzano logró conquistar nuevas audiencias con su papel de Arnoldo López Conejo, el entrañable abuelo de Una familia de diez, serie que lo devolvió al centro del cariño popular en 2007. Su participación recordó al país que, pese al paso del tiempo, su estilo seguía siendo tan vigente como siempre.
Más tarde, en Hazme reír y serás millonario, retomó clásicos como Agallón Mafafas, demostrando que el humor que lo hizo famoso seguía intacto.
Un legado que no se apaga
La comedia mexicana pierde hoy a una de sus figuras más entrañables. Eduardo Manzano no solo fue un actor: fue un artesano de la risa, un creador de personajes inolvidables y un puente entre distintas generaciones de espectadores. Su partida deja nostalgia, pero también un catálogo inmenso de momentos que seguirán vivos en la memoria colectiva del país.















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