El mercado de dermocosméticos y productos de belleza con componentes herbales ha alcanzado niveles récord en el canal farmacéutico. En particular, las ventas de productos de venta libre (OTC, por sus siglas en inglés) superan los 2,900 millones de dólares, impulsadas en gran parte por influencers que promueven rutinas de “glow-up” y consejos de cuidado facial.
Este crecimiento se observa de forma destacada en cremas con ingredientes activos como retinol, péptidos, vitamina C, ácido hialurónico, y en suplementos herbales orientados a la salud cutánea. Las marcas aprovechan la confianza que los usuarios depositan en recomendaciones de creadores de contenido para aumentar su alcance y conversión.
El segmento global de dermocosméticos también está en expansión: se estima que el mercado de productos para cuidado dérmico tendrá un valor cercano a 50 mil millones de dólares en 2025, con proyecciones de crecimiento hacia 75 mil millones para 2030. (Datos de mercado) Los productos faciales dominan la categoría, seguidos por tratamientos especializados y cosméticos corporales.
Influencers y “skinfluencers” en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube desempeñan un papel central en el descubrimiento de nuevas marcas. Al compartir rutinas, reseñas o transformaciones visibles, generan credibilidad y enganche entre audiencias jóvenes que buscan productos efectivos respaldados por testimonios reales. En el mundo farmacéutico, estas recomendaciones pueden traducirse en un flujo directo hacia compras.
Un análisis de mercados OTC señala que los influencers especializados en salud y belleza aceleran la consideración de categorías dentro de farmacias, ya que los usuarios buscan productos recomendados antes de acudir a consultar con profesionales. Las colaboraciones entre marcas cosméticas y creadores de contenido permiten que estos últimos cuenten con libertad creativa, lo que suele traducirse en mayor autenticidad percibida por la audiencia.
La estrategia de marketing de muchas marcas combina divulgación de ingredientes, explicación educativa del mecanismo —por ejemplo, acción de antioxidantes o moduladores del colágeno— y testimonios visuales del “antes y después”. Este enfoque responde a una demanda creciente de transparencia y de respaldo científico, para diferenciarse de cosmética meramente estética.
Para el consumidor interesado, conviene considerar ciertos criterios: revisar la concentración activa (por ejemplo, porcentaje de retinol, vitamina C, niacinamida), verificar certificaciones o estudios clínicos asociados, observar posibles interacciones con otros productos, y adaptar la rutina con moderación. Es recomendable introducir un producto nuevo gradualmente, hacer pruebas de sensibilidad y consultar con dermatólogo en casos de piel sensible o condiciones médicas previas.
Aunque el impulso de influencers es potente, la industria enfrenta retos: regulación de las afirmaciones de eficacia, exigencia por los organismos sanitarios respecto al etiquetado, educación del consumidor para distinguir entre publicidad y evidencia científica, y gestión de reputación ante casos donde productos no cumplen expectativas.
En resumen, la convergencia entre dermocosmética profesional, ingredientes herbales y marketing digital está redefiniendo el canal farmacéutico. Las rutinas glow-up, antes nicho de redes sociales, ahora movilizan millones en ventas OTC. Para los próximos años, la credibilidad, el respaldo científico y la ética en la publicidad serán factores decisivos para sostener este ritmo de crecimiento.
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