LA SOBERBIA DEL PODER

Columna Otredades

LA SOBERBIA DEL PODER

Por José Sobrevilla

Cuando se es candidato, el poder es una aspiración que bien vale cualquier sacrificio con el fin de alcanzarlo, pero cuando se llega, aquella bonhomía que se expresaba a los votantes poco a poco se va perdiendo hasta llegar a la soberbia del poder. Por ejemplo, la desafortunada frase de Andrés Manuel López Obrador, cuando era presidente y que prefirió sacrificar una indispensable Agencia Nacional de Noticias como NOTIMEX por un conflicto entre el sindicato y su protegida San Juana Martínez, y que dijo (palabras más, palabras menos): “Para qué queremos una agencia informativa (como Notimex), si tenemos las mañaneras”.

Esa misma soberbia está hundiendo y llevando a graves problemas a la administración de la Dra. Claudia Sheinbaum, en primer lugar, porque las conferencias de prensa matutinas no tienen el mismo impacto que su antecesor. Marcan agenda de los temas de la semana, pero la presencia digital de la información que ofrece en “Las mañaneras del pueblo” no tiene el mismo impacto y sus adversarios −que ella misma escogió−, al igual que López Obrador, “la derecha” “el gobierno espurio de Felipe Calderón” “la guerra contra el narco”, etc. que incluye también a los propietarios de los medios masivos de comunicación (Televisa, TV Azteca, y los otros) quienes −bajita la mano− están logrando neutralizar en gran medida sus mensajes y el rumbo de su movimiento.

En otras palabras, la falta de una estrategia coherente de comunicación y bien enfocada, la está haciendo perder terreno en la narrativa y el perfil de su gobierno. Me hace recordar el título de una canción que recientemente escuché en alguna de las radios culturales, tal vez Radio Ibero, que se titulaba “Nos ganaron los malos”, y en el contenido decía que “ellos jugaron más sucio…”

Esto nos lleva a repasar lo que es la esencia de una buena comunicación política y que se puede resumir en cinco pilares que, juntos, permiten conectar con la ciudadanía, generar confianza y movilizar los apoyos. El primero es la claridad en el mensaje; esto es, que un mensaje político debe ser simple, comprensible y directo. Si la gente, el otrora pueblo bueno y sabio, no entiende qué propones, no podrá apoyarte, aunque gracias a los programas sociales tengas una popularidad de 80 o 90 puntos; la claridad evita ambigüedades y reduce la posibilidad de manipulaciones o interpretaciones erróneas.

Otro aspecto es la coherencia. La comunicación política solo funciona cuando el mensaje es consistente en el tiempo y está alineado con las acciones. La incoherencia (decir una cosa y hacer otra) destruye la credibilidad tarde o temprano: “abrazos no balazos”, “voy a sacar al ejército de las calles”, o en el caso de Vicente Fox cuando durante su campaña dijo que “el conflicto de Chiapas lo resuelvo en quince minutos”.

Otro aspecto de una buena comunicación política es la empatía; porque las personas quieren y necesitan sentirse escuchadas y comprendidas. Los líderes más efectivos adaptan su comunicación a las inquietudes reales de la ciudadanía y muestran sensibilidad ante sus problemas. El otro es la credibilidad, porque sin confianza, no hay comunicación política efectiva. La credibilidad se construye con transparencia, datos confiables, autenticidad y evitando promesas imposibles.

En cuanto a la narrativa, las ideas conectan más cuando se presentan como historias, no solo como datos. Una narrativa política sólida explica: Qué problema existe; Por qué importa; Cómo se solucionará; y por qué tú eres la persona o el grupo adecuado para hacerlo.

México necesita tener, quiérase o no, una agencia de información de estado, ante el rotundo fracaso Genaro Villamil como director del Sistema Público de Radio Difusión, y la mala imagen ante el mundo, donde cuentan más las malas que las buenas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *